Me voy. Quinta parte.

A veces nos vamos sin tener la oportunidad de decir lo que realmente sentíamos, o quizá no lo hicimos cegados por el dolor, la amargura, el enojo. Aquí están los adioses, lo no dicho. Ahora, cuando sí podemos escribirlo.

ME VOY

Sí, leíste bien, esas palabras que nunca esperaste escuchar de mi boca, han salido finalmente de este cuerpo que hoy no aguanta una batalla más dentro de esta guerra que ya no tiene sentido.

Tranquila, y espero que esto no te suene a reproche, pero a veces el mejor consejo que te puede dar alguien es cuando se tiene el cerebro caliente y la boca fría, y si decides tomarlo como tal puede que incluso cambie tu imagen ante este momento que por lo menos para mí, es agridulce.

Me voy porque me quiero, porque dentro de todas las necesidades que pueda llegar a tener, hay una persona viva y que vive. Dejé a un lado lo que soy, lo que pensaba, incluso lo que soñaba solo para ver como podía ayudar a cumplir tus sueños o resolver tus problemas porque para mí era importante verte seguir adelante. Pero ¿sabes algo? yo también quiero tener eso en mi vida, el poder escuchar una palabra de aliento o incluso recibir un regaño a tiempo cuando estoy perdiendo el centro, el saber que te importo de la misma forma que tu a mí.

Me voy porque se que no estarás ahí cuando triunfe ante las adversidades de una vida como la mía, cuando estrene ese traje que llevo meses queriendo usar para una ocasión especial, cuando pierda a mi padre o a mi madre, cuando pierda la salud por alguna mala decisión o un vicio viejo, cuando entre a una nueva casa y empiece de cero, cuando decida jugármela y partirme la madre por forjar un futuro para los dos, cuando simplemente me canse de ser un personaje moldeado por mis experiencias y empiece a ser yo de nuevo, ese que solo tu puedas llegar a conocer. No, yo sé que no estarás ahí.

No te lloro porque no lo he hecho en años, porque sé que hoy me toca a mi levantarme porque no llegarás a ayudarme, porque tú te fuiste con tu orgullo y tus miedos a otro lado desde hace ya varios días, porque simplemente tú querías decir “me voy” también pero no tienes el valor para decirlo y es más cómodo esperar a que alguien más lo diga por ti. Despideme de tu orgullo, de tus malos detalles y tratos, de tus celos y de tus manías que en algún momento fueron mi compañía, ellos no tienen la culpa, ya que la culpa la tienes tu de no saber que hacer con ellos.

Gracias por todo, gracias por ser parte de mi historia y mi pasado, por enseñarme a descubrir lo imbécil que puedo llegar a ser pero desgraciadamente, me voy y la sentencia no tiene absolución.

Roque
31años
Lic. en Comercio Internacional

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

Es tarde, el reloj marca la hora de salida. Me acerco a ti y al oído te digo si podré llevarte a casa; asientes con la cabeza y salimos juntos.
¿Sabes? Me encanta tomar tu mano y sentir esa conexión de amor entre los dos, caminar junto a ti con esa sonrisa orgullosa de saberse amado; te abrazo y tu cuerpo se amolda al mío camino al auto. Empiezo a manejar sin rumbo y hablamos de cosas sin importancia, reímos a carcajadas a causa de un chiste que tiene todo menos gracia; verte así, alegre, iluminando tu rostro con esa sonrisa y la brillantez de tus ojos enmarcada por tu rizada cabellera, es la imagen perfecta para mis noches de insomnio. Camino a tu destino voy pensando en todo lo que vivimos, nuestros paseos, las charlas interminables, los besos robados y los abrazos que hacían que nuestros corazones siguieran un mismo ritmo. ¿Cómo fue que llegamos a esto? Tú, no eras libre como yo y aun así nos enamoramos a sabiendas de que nuestra relación sería a escondidas. Pero, eso no importaba, yo te amaba y disfrutaba esos escasos momentos juntos y era muy feliz.
Hoy, me voy de ti, este es nuestro último viaje juntos a casa; debo decir adiós pues no puedo luchar contra el amor que sientes por él, luché e intenté que mi amor fuera más grande pero, ¿cómo se lucha contra lo que tú sientes?
Quisiera besarte una vez mas, pero eso haría mas difícil dejarte ir. Te veo bajar del auto y empiezas a alejarte, tu figura se pierde en la oscuridad y así, veo partir mi gran amor, que lo pierdo físicamente y en mi corazón… duerme.

Me voy…

El Escribidor
36 años
Recolector de letras

20130925-185325.jpg

Me voy. Cuarta parte.

A veces nos vamos sin tener la oportunidad de decir lo que realmente sentíamos, o quizá no lo hicimos cegados por el dolor, la amargura, el enojo. Aquí están los adioses, lo no dicho. Ahora, cuando sí podemos escribirlo.

ME VOY

Guadalajara, Jalisco a 18 de Septiembre de 2013.

Esta carta tiene la fecha de hoy pero comenzó a escribirse hace años; terminamos como empezamos, como dos desconocidos. Me marcho, amor mío; renuncio a tanta tristeza a tu lado, a tus límites, a este hastío.

¿Cómo te explico que ya no veo mi futuro contigo? Tus logros no son mis logros, tu éxito y triunfos no son míos, quiero hacer algo por mi sola. Perdóname, amor; ya no camino contigo ni sigo tus pasos tratando de alcanzarte, hoy tomo una decisión por los dos; me marcho, renuncio a seguir sintiéndome sola a tu lado, a seguir viviendo bajo tu sombra.

Montserrat.
Ama de casa frustrada.
33 años.

+++++++++++++++++++++++++

Creo que antes de la lluvia, los campos ya habían florecido. Te quise tanto que todos los años fueron primavera.

Dime tú, si crees que valió la pena sentarnos a esperar las nubes negras que amenazaban con llover.

Me voy a otras tierras, me voy a buscar la primavera que me quitaron tus manos, me voy a buscar el sol que me negaste de tus ojos.

Deseo, que si algún día vuelves, encuentres los campos cubiertos de amapolas y que el sol te bese siempre las mejillas.

Miguel Zacate del Monte.
34 años.
Campesino.

++++++++++++++++++++++++++

Hasta que la muerte los separe… eso fue lo que selló nuestro amor, y efectivamente así sucedió. La muerte nos ha separado, la muerte con todo acabó y por eso me voy, porque no quiero que lo que nos unió, termine por devastarnos. Murió el amor, el respeto, la confianza, la lealtad, faltaron palabras, faltó serenidad; y ya ha causado estragos la osadía de intentar continuar. Por eso me marcho porque quiero recordarte con sana melancolía y no con duelo, porque el corazón sabe cuándo claudicar; quiero guardar de ti las letras más enteras, las que hablan de mi amor por ti y del que creí que por mí sentías, ese amor que ahora no reconozco, aunque digas que aún está en ti.

Me voy porque terminó nuestro “felices por siempre”, nuestras promesas de “en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza”; se disiparon los sueños, se pisotearon dignidades. Me voy porque nos convertimos en dueños, verdugos, dejamos a un lado la voluntad, faltó empeño. Te dejo porque no puedo continuar viviendo en la incertidumbre del quizá, porque no quedan ya batallas que luchar; porque me doy por vencida, las has ganado todas ya. No se puede pelear cuando se ama, no se puede embravecer tanto el mar cuando se es calma. Me voy porque quiero guardarte cariño, no rencor, emprendo el viaje de mi vida sin ti, sin rumbo, sin dirección, espero que vivas, que vueles, que sueñes, que escribas, haré lo mismo yo, ya que pase la tribulación. Me voy porque te amo. Me voy y ya te extraño.

Nahara
Todóloga
37.8 años

++++++++++++++++++

Nunca me sentí más feliz

Como cada noche esperaba sentada en la esquina de mi cama, viendo hacia la ventana; ansiaba verte llega. El reloj anunciaba los minutos, los maullidos del gato del vecino “miau, miau”, coordinados con el segundero del reloj, parecían soldados alistándose ala guerra. Así, así me sentí en aquel momento: lista para la batalla final. El ruido del motor anunció tu llegada, los pasos se escuchaban subiendo las escaleras, y el cerrojo de la puerta me avisó de tu cercanía. Mis manos no dejaban de temblar, las lágrimas se desbordaron abriéndose paso en mis mejillas. Te paraste frente a mí, rodeaste mi cuello con tus brazos y dirigiste tu mirada hacia la mía. Nunca vi a alguien más triste. ¿Tienes algo que decir? Me preguntaste. ¡Me voy! Respondí. Me liberé de tus brazos y con rumbo hacia la salida, tomé la cartera que estaba en el librero. Al cruzar es puerta sería libre otra vez, seríamos libres los dos. No abría más ataduras. Tú me olvidarías, como ya lo había hecho yo conmigo.

Cuando estuve en la calle corrí, llorando todavía. Las personas que pasaban junto a mí tenían una expresión de desconcierto. Mis pasos me llevaron al parque donde te conocí ¿recuerdas? Leía un libro; Dostoievsky siempre me ayudó a salir de mis depresiones. Me dijiste que tu favorito de ese autor era El Idiota; sonreí y te dije que yo leía por quinta vez Las Memorias del Subsuelo. Me invitaste a tomar un café en la cafetería de la esquina, yo acepté, resultó extraño considerando mi paranoia. Tres meses duramos entre cafeterías y libros, hasta que me decidí ir a tu departamento para no volver a salir. Mentalidad que cambié cuando vi tu librero con más Playboy que clásicos de literatura y el gabinete donde no había más que té. Y todas las llamadas perdidas en el celular que llevaban por nombre “Javier”, ese mismo que resultó tener voz de mujer. Un destino juntos nunca más fue opción, con el café soluble, que compré a escondidas, se disolvían también mis planes de futuro contigo, ya no pensaba en hijos, ni en ponerle Mariel a la primogénita. Todo había acabado, lo sabías tú, lo sabía yo. Nunca me sentí más feliz.

Medea.
Licenciada en Letras.
29 años.

++++++++++++++++++++++++++++

En vista de los hechos, tendré que despedirme. Dejar que se asienten, por fin, las aguas para ver mis pies tocar el fondo, y dejar a un lado la incertidumbre que hoy me habita.

En vista de los hechos, tendré que liberarte. Deshacer esa maleta que guardé por si el destino, y lavar aquella ropa que atesora tu aroma como el mejor de los bagajes.

Y es que anoche mismo hablé contigo y con tu ausencia, y llegamos al acuerdo de sabernos imposibles. Recogí, pues, los momentos y te dejé el olvido; no quiero más cargar sobre mi espalda aquel yugo del añoro.

Tomé en mis manos mi destino, y ahogué en el agua el momento que dejaste plasmado en mi blusa azul, aquella de la despedida. La tomé entre mis manos y llevé a mi rostro tu olor, y me embriagué del llanto que vino a mí como viene un perro al silbido de su amo.

Me quedé dormida platicando contigo y con tu espacio vacío; y poco a poco fui quitando de mis manos cada beso que me diste. No eran pocos.

Lloré como queriendo que te salgas por los ojos; como si quisiera secarte desde adentro. Pude verme desde afuera cómo se marchitan mis labios, secos ya de tanto decir tu nombre.

No es falta de amor, mi bien, es exceso de agonía; y el exceso de tu vida, amor, que se enfrenta con la mía.

No es falta de amor, es falta de ti y el boceto de un nosotros que nunca llegó a ser pintura.

No es falta de amor, amor, es falta de ti y de mí y de un motivo que nos llene la boca; es cosa del mañana, cielo, que insiste en pensar otra cosa.

En vista de los hechos, amor, yo te amo todavía; que mi ausencia sea un regalo que disfrutes algún día.

Columba.
Mercadóloga.
33 años.

20130924-111257.jpg

Me voy. Tercera parte.

A veces nos vamos sin tener la oportunidad de decir lo que realmente sentíamos, o quizá no lo hicimos cegados por el dolor, la amargura, el enojo. Aquí están los adioses, lo no dicho. Ahora, cuando sí podemos escribirlo.

ME VOY

Voy por la vida sintiéndome ajena; sentirme tan sola después de ser tan tuya no es buena señal.

Voy en contra del viento, en busca de un arco iris que me ilumine y de atardeceres que me conmuevan. Mi alma necesita esos contrastes.

Tysha
Discípula de la vida
36 años
+++++++++++++++++++++++++++++

Soy solo ese ropavejero de la vida,
el de los cuarenta eneros que no
sabe más que romperse el corazón
de oasis cuando está lleno de desiertos

Eres tú la escrutadora de latidos,
la que no encuentra su nombre porque en soledad te encuentras atrapada en el laberinto roto de tu cuerpo hermoso

Solo fuimos ese par de mendigos hambrientos de caricias de primavera en medio del otoño;
sibaritas de estrellas retenidas en el suelo que se nos fugaron apenas se asomaron al cielo

Luchadores de la paleta de los blancos y los negros, todo por el miedo de cantar sin voz y vivir sin vida
las canciones vacías de amor y llenas de todas las más pueriles razones entre llantos esgrimidas

Nos sobraron toneladas de Quieros,
pero nos faltaron veintiún gramos de Puedos
en la inmadurez de nuestros años mal vividos
disfrazados de sabiduría radiante y de paz consigo mismo.

Garibay
40
Silenciado
+++++++++++++++++++++++++++++

No pediré perdón, necesito partir. Necesito encontrar la felicidad y sé que esta me lleva lejos de ti.

No puedo decir que no eres tú porque tal vez lo seas; eres esa costumbre que cala en los huesos, eres esa pasión que se está muriendo, eres ese vacío que invade las noches; eres ese con quien ya no puedo vivir.

Solo me queda decir que me voy y que no pienso regresar.

Tu amada Beatriz.
Diseñadora.
28 años.
++++++++++++++++++++++++++

Te escribo amor con la sensación de que será la última vez en esta vida que te voy a mirar dormir a mi lado, y no puedo evitar observar cómo pasa cada minuto del reloj en camino al amanecer. Siempre te gustaba saber lo que me hacías sentir, amor; recuerdo esa expresión en tu rostro, una expresión única y letal cuando te decía: tu amor es una montaña rusa, jamás sé qué esperar de ti y tal vez por eso es que te amo. Gracias vida, por esa maraña de emociones que siempre fueron un corrientazo de energía en mis venas. Has sido el antídoto y la enfermedad al mismo tiempo, siendo la que soy sin duda tenía que vivirte.

Un adiós no me duele tanto como los recuerdos que se quedan, la voz no me alcanza o simplemente quiero irme tal como llegué a tu vida: sin ruido y sin planear, como todo lo nuestro. Te lo digo en silencio: me voy. Me voy porque hace mucho el nosotros no existe en este cuarto, porque la distancia es un mounstro que terminó por comernos de a poco entre tú indiferencia y mi ausencia. Todo aquello que nos quede por decir el tiempo se encargará de que nos llegue a modo de señales, a modo de puente de cuando en cuando amor, pero te aseguro que te puedes quedar con las dudas que siempre te hicieron pasar malos ratos, con los recuerdos desde los más bellos hasta los más simples. Te dejo esa bufanda que tanto te gustaba verme puesta, impregnada de mi perfume para que por las noches sigas teniendo una parte de mí; me llevo tu camisa azul, la que siempre me gustaba ponerme después de hacerte el amor. Sólo son cosas, pero en nuestra historia tienen tanto significado que es lo último que parece quedar de aquellos que fuimos un día. Me voy sabiendo que una parte de mí ya te pertenece, la parte más importante y que jamás podré recuperar. No lo dudes, me voy sin resentimientos, sin rencores; yo te voy a preservar en mi memoria y en mis letras, cada noche, cada instante de esta vida que me quede por caminar sin ti; aún en este momento en el que teniendo en el pecho la sensación que dejo atrás lo mejor de mi vida. Aún así, te lo anuncio con la última letra de esta carta, la definitiva: Adiós amor, que la vida te conceda lo mejor, me voy.

Lucia Robledo
Pintora
30 años.

20130924-051151.jpg

Me voy. Segunda parte

A veces nos vamos sin tener la oportunidad de decir lo que realmente sentíamos, o quizá no lo hicimos cegados por el dolor, la amargura, el enojo. Aquí están los adioses, lo no dicho. Ahora, cuando sí podemos escribirlo. 

ME VOY

Te escribo amor con la sensación de que será la última vez en esta vida que te voy a mirar dormir a mi lado y no puedo evitar observar como pasa cada minuto del reloj en camino al amanecer. Siempre te gustaba saber lo que me hacías sentir amor, recuerdo esa expresión en tu rostro, una expresión única y letal cuando te decía: tu amor es una montaña rusa, jamás se que esperar de ti y tal vez por eso es que te amo. Gracias vida, por esa maraña de emociones que siempre fueron un corrientazo de energía en mis venas. Has sido el antídoto y la enfermedad al mismo tiempo, siendo la que soy sin duda tenía que vivirte.

Un adiós no me duele tanto como los recuerdos que se quedan, la voz no me alcanza o simplemente quiero irme tal como llegue a tu vida: sin ruido y sin planear, como todo lo nuestro. Te lo digo en silencio: me voy. Me voy porque hace mucho el nosotros no existe en este cuarto, porque la distancia es un mounstro que terminó por comernos de a poco entre tú indiferencia y mi ausencia. Todo aquello que nos quede por decir el tiempo se encargara de que nos llegue a modo de señales, a modo de puente de cuando en cuando amor, pero te aseguro que te puedes quedar con las dudas que siempre te hicieron pasar malos ratos, con los recuerdos desde los más bellos hasta los más simples, te dejo esa bufanda que tanto te gustaba verme puesta, impregnada de mi perfume para que por las noches sigas teniendo una parte de mi, me llevo tu camisa azul, la que siempre me gustaba ponerme después de hacerte el amor, solo son cosas, pero en nuestra historia tienen tanto significado que es lo último que parece quedar de aquellos que fuimos un día. Me voy sabiendo que una parte de mi ya te pertenece, la parte más importante y que jamás podré recuperar. No lo dudes, me voy sin resentimientos, sin rencores, yo te voy a preservar en mi memoria y en mis letras, cada noche, cada instante de esta vida que me quede por caminar sin ti, aun en este momento teniendo en el pecho la sensación que dejo atrás lo mejor de mi vida. Aun así, te lo anuncio con la última letra de esta carta, la definitiva: Adiós amor, que la vida te conceda lo mejor, me voy.

Lucia Robledo

Pintora

30 años.

++++++++++++++++++++++++

Para cuando leas esto ya me habré ido.

Encontrarás las llaves de la casa sobre la mesita de noche, del lado de la
cama donde solía dormir. Dentro de ella también te dejo las llaves y los
documentos del auto que ahora es tuyo y un cheque a tu nombre para que vivas bien.

Me voy, no por nadie, sino por mí mismo, a buscar la libertad que me fue arrebata y la alegría que hasta hoy estaba clausurada. No puedo vivir la
vida siempre correcto, siempre decente, siempre pendiente del qué dirán de mis acciones, con los pies en el grillete y la soga de tus celos apretada al cuello; eso no es vivir.

Me voy solo, sin compañía ni restricciones a dar rienda suelta a aquello que nunca quisiste ser conmigo. No llevo más que mis anhelos y la poca juventud que aún me queda. Estaré en contacto por nuestro hijo y espero que la separación te haga aprender a ser más tolerante y arriesgada por si algún día regreso…o quizás por el próximo que venga y no lo vayas a apagar.

Ariza.
Piloto.
Huyo a volar de nuevo a mis 32.

++++++++++++++++++++++++++++++

Contigo veía el amor en una ventana mojada, en una esquina doblada, en un callejón sin salida.

Sabía que amar era tener esperanza en una tarde en silencio, en el vacío de la casa, en el frío de la que fue nuestra cama.

Entendía que el amor era pasarme las horas hablando contigo aun estando callada, besando tu ausencia sobrada, observando tu felicidad detrás de tu espalda.

Veía cómo desplegabas las alas, y te admiré volando por cielos que no eran los míos; también siguiendo tus pasos mientras caminabas.

Aprendí a suspirar al desnudo, imaginando tu nombre y en total soledad. Sentía tus manos ausentes y te prestaba las mías para tapar la verdad.

Me quedé con un te amo en la boca, con las letras no escritas y sin ganas de ver. Me voy, y no es porque ya no tenga más que decir, es que ya no queda más por hacer.

Ayla
32
Ahora trabajo de amante
++++++++++++++++++++++++++

Llevaba como 15 días tratando de escribirte un mail, y ¿Sabes? De verdad no sé por qué me cuesta tanto trabajo escribirte. A estas alturas, ya podría hacerlo desnudo de eufemismos, subterfugios, analogías, y demás palabras rebuscadas de mi diccionario personal, pero por alguna razón, se me sigue complicando. En más de una ocasión, divagué largo tiempo sobre lo que haría los primeros minutos del 2010. Pensé, desde varios SMS, hasta simplemente no decirte nada. Solía hacer borradores y borradores del texto que te enviaría por mail ese día; desde muérete maldita, hasta el Namarié más dulce que pudiera salir de mis letras —Aunque no lo creas, no todos los días te odio. Yo sé. Faltan algunos días para que termine el plazo, pero me da mucha tristeza estar seguro de que no vendrás, así que me da igual decírtelo ahora, que dentro de unas semanas.
Me enamoré de tí no sólo como de nadie antes, sino de un modo que no pensé que fuera posible. Me ilusioné muchísimo con la idea de estar contigo, compartir mi vida, construír algo juntos, en fin. Siempre supe que no iba a ser fácil, pero siempre he creído que aquello que vale la pena en la vida no lo es, y que hay que luchar por ello. ¡Hay tantas cosas que hubiera querido decirte tomándote de la mano y mirándote a los ojos! ¡Esperaba que encontraras en mi mirada todo aquello que quería que supieras, y que me sentí tan torpe intentando decirte con palabras!!

Me hiciste sentir cosas inusitadas, cosas maravillosas. Pero me hiciste también tantas chingaderas, que mentiría si te digo que te recuerdo con cariño: Aún te tengo atravesada en el hígado y en la garganta. Recuerdo con cariño muchas de las cosas que hice pensando en tí, y en todos los momentos en que esa ilusión era un motivo para vivir la vida. Y lo que es peor, me duele mucho pensar en todo lo que has sufrido tú también con esto. Si al menos hubieras estado jugando, si al menos fuera por cabrona y no por cobarde, si al menos tu pudieras haberle dado ya vuelta a la página. La lista de hubieras es larga. Ya no importa. Es lo que hay. Es lo que hubo siempre.

Cuando te envié el libro de Sabato, tenía pocos días de haber vuelto de Tijuana. En ese entonces, todavía creía que todo había sido un accidente, que las cosas tenían remedio. Que un día vendrías y podría abrazarte, comenzar de nuevo. Lo que comenzaré a hacer es leer ese libro los primeros días de enero. Me encantaría que comenzaras tú también. Podría ser algo que hagamos juntos, una vez más, aunque no estemos para compartirlo. Y quizá durante algunas páginas, tengamos algo de esa paz mutua que tanto nos hace falta. Es la última cosa que te pido. Y esta vez, no tienes que prometerme nada.

Rodrigo.
Ingeniero.
34 años.
+++++++++++++++++++++++++

Me voy, porque esta vez ni yo podría detenerme.
Me voy, porque el costo de tus caricias era mi vacío.
Me voy, orgullosa de mí, me dejas sin ninguna duda de lo que soy capaz.
Me voy sabiendo que sé dar, entregarme y que tengo la capacidad de pensar en mí como si fuéramos dos.

Me voy no por orgullo, por dignidad.
Me voy confiada de que agoté hasta la última posibilidad.
Me voy, esta vez, sin nostalgia y con certeza.
Me voy sin desearte nada.
Me voy sabiendo que muchas intentarán darte lo que siempre te faltará de mí, quizá ahí entiendas.

Me voy. No me busques en nadie, será inútil.
Me voy de ti, regreso a mí.
Me voy en busca de unos brazos que sepan dar y no sólo arrebatar.
Me voy, porque lo que das es de lo que hoy quiero huir.
Me voy arrepintiéndome de lo que no recibí, jamás de lo que di.
Me voy porque me quedas muy chico y no quiero vivir apretada.
Me voy, a tu lado es imposible respirar, tu ego aspira el oxígeno que necesitábamos los dos.
Me voy sonriendo por dentro, viendo al cielo por fin azul y caminando hacia todos mis deseos pendientes.
Ahora, vete tú.

Sadya.
38 años.
Escultora.

20130922-125459.jpg

Me voy. Primera parte.

A veces nos vamos sin tener la oportunidad de decir lo que realmente sentíamos, o quizá no lo hicimos cegados por el dolor, la amargura, el enojo. Aquí están los adioses, lo no dicho. Ahora, cuando sí podemos escribirlo.

ME VOY

Me miras a los ojos, suplicante, con esa mueca sin sentido que utilizas cada vez que me lastimas
y lo notas. Sé que sabes que es el fin y es para siempre, no por la maleta en la puerta, sino por
la ausencia de lágrimas en mis ojos.

Me voy porque tantos intentos revividos también matan, porque tu presencia ausente
duele más que un abandono y porque todas las promesas rotas terminaron
rompiéndome las ganas de quedarme. Me voy.

MagneticSun.
Licenciada en Comercio Internacional.
33 años.
+++++++++++++++++++++++++++

Amor, has sido el único hombre que he amado en mi corta vida, llegaste hace 10 años a robarme

un beso en la banca de un parque y a hacer que las mariposas revolotearan en mi estomago. Me

hiciste tu princesa encantada y tú fuiste mi príncipe azul. Qué bonito se ama a los trece años.

Tanta inocencia e inexperiencia hacen que se viva intensamente, que se entregue todo lo que

somos sin cohibiciones ni miedos. Te amaba intensamente. Te amaba tanto, que no tuve la menor

duda en irme a vivir contigo a mis 14 años y a tus 20. Te amaba Rubén, te amaba.

Han pasado 10 años que pesan en el alma, que han hecho que el eterno amor que veía en tus ojos

se esfumara, que los suspiros se escuchen cansados, y esos sueños que compartimos parezcan

fracasados. Nuestro amor se ha envejecido junto con nuestras almas, nos miramos sin esperar

un futuro, como añorando que los recuerdos revivan y el amor sea como antes, pero ese amor,

cielo, ese amor se nos acabo muy rápido por vivir la vida tan deprisa y no vale la pena esperar un

milagro.

Me voy, cielo. Me voy y aunque en este momento tenga el corazón destruido por abandonarte

y tenga que arrancarme del alma todos esos momentos que hemos estado juntos, aunque deba

obligarme a dejar de mirar atrás porque a mis 23 años y acabando de graduarme no puedo

aceptar que la vida se me haya acabado, porque no quiero seguir mirando el pasado como

queriendo regresar a él, porque quiero un amor nuevo y bonito, llenito de ilusiones, sueños

y mariposas, porque quiero apasionarme por vivir nuevamente. Quiero cometer locuras,

equivocarme, bailar, cantar, tocar guitarra hasta el amanecer, tomar, hacer el amor cuando las

ganas lleguen aunque no sea prudente ni esté planeado. Quiero reír de verdad. Quiero vivir,

amor, quiero vivir y por eso me marcho.

Angélica Marín

Licenciada en música

23 años.

++++++++++++++++++++++++++++++++++

 

Nunca borraré de mi memoria el día en el que te dejé ir. Al calor de varias copas, mi corazón decidió que no podría seguir soportando tu indiferencia. Fuiste el amor de mi vida. Eres y serás el amor de mi vida, pero decidí sacarte de ella porque eso no fue suficiente para ti. Siempre hubo algo inexplicable, coludido con los celos, con las infidelidades, con los temores. No sé si fue inmadurez, no sé si fueron las incesantes e ilógicas ganas de siempre discutir, de pelear sin motivos ni argumentos, buscando la estrategia para que uno dominara al otro, para obligarnos a seguir juntos en una especie de simbiosis trastornada, un círculo vicioso aberrante.

 

Sin embargo, en otras pieles aún te busco, queriendo revivir ese infierno que me quemaba las entrañas, pero que en cierta manera disfrutaba. A veces llegas muy de noche, cuando estoy dormido, revivo tu calor, tu humedad, esas uñas en mi espalda que como premio a la paciencia que te tenía, me estremecían agonizando de placer con cada roce de tu cuerpo. Todavía me topo con tu mirada cuando camino en los lugares que frecuentábamos, cuando nuestras canciones golpean mis oídos, cuando recojo los trozos del futuro que convertimos en basura.

 

Sólo esto vine a decirte, aunque nunca me leas. Eres el amor de mi vida y para conservarte como tal, lo mejor fue dejarte.

 

No me arrepiento.

 

Ignacio.

Médico.

29 años.

+++++++++++++++++++++++++++

 

Casi cuatro vueltas al sol fueron insuficientes para sincerarnos todas las barreras, porque no nos atrevimos, o nos vimos para acompañarnos la realidad.
El tiempo, amor, no es más que un registro, hoy sé que me voy cuando tu camino está lleno de esperanza, que todas las insuficiencias de nosotros y los miedos y lo imposible ha llegado a término cuando las luces de otros ojos te provocan verdaderos amaneceres. Me voy porque es lo necesario, porque fuimos engaño mas no mentira, no hay motivos, no hay explicaciones, hoy te brillan en la sonrisa nuevas ilusiones, ya no seré más el brillo de tus lunas, seré el viento, testigo silencioso del cauce de algún río sin piedras; seremos uno en otro más. Me voy porque en realidad, hace mucho que me fui.

Rossana.
Pasante de licenciatura en desalojos.
35 años.
+++++++++++++++++++++++++++

20130922-125859.jpg

Cacharro viejo

Letras desde las manos de @Voyporcigarros y @MujerQueCalla

Estoy viendo a mis amores en la vitrina del pasado; amores viejos empolvados, recientes mal heridos, y el último que aún está sangrando. Todos tuvieron un corazón intacto, que los sentía y los amaba, que se agrietaba y se sanaba, que se llenaba de latidos fuertes con cada nuevo nombre que guardaba.

Oye corazón, a nadie engañas. Se sabe que en cada desamor envejeces y no mueres, que renaces y te creces al ritmo del nuevo amor que va llegando.

Ay, corazón… Eres un cacharro viejo y sin memoria que se pule cada vez que el amor se acuerda de que existes. Se te olvida aquella herrumbre acumulada por los daños y las lágrimas que llovieron tus paredes.

Ay, corazón; viejito joven, cana al aire, rabo verde. Le sonríes al cariño con tu boca desdentada a puros golpes, como un perro que regresa al amo que no hace tanto le batió a leñazos.

Ay, corazón; botecito pateado. Te dejaron olvidado en esa calle oscura, como quien ya no sirve, como quien perdió su brillo. Corazón, lata vacía, fuente sin agua; mínimo te llenas de aire, relegando las pisadas.

Ay, corazón; músculo flaco, máquina dejada. Como el que despierta un día del coma, así nomás. Como quien no supo que moriste, que te murieron, que te enterraron, que ya no existes.

Ay, corazón; casita derrumbada. Te levantas de tus ruinas como el que no se sabe polvo. Nadie te dijo que explotaste hasta el punto de llevarte flores a la tumba que fueron tus escombros.

Ay, corazón; ave de fuego. Montoncito de ceniza, olvido del viento. Te acicalas el plumaje como si te brillaran los colores.

Y ahí va de nuevo el corazón parchado, como si no pasara nada, listo, sanado. Tendiendo letras, latiendo como si corriera a grandes pasos. Cacharro viejo, usado, amado por lo que ha sentido, vivido y soñado; ya te he visto muchas veces cómo vuelves a ser un niño, inexperto y emocionado.

Ay, envejecido y restaurado corazón olvidadizo, qué fortuna es tu desmemoria en nombre del amor.

Punto Final

Texto escrito a cuatro manos entre @LaCkatrina y @Suitchocoleit

 

Has recorrido tantas veces mis letras que pareciera que ya se perdió el inició de nuestra historia, no sabemos ya donde comenzamos, sin embargo, te aviso, este es nuestro punto final.

No quería irme sin antes despedirme, pues siento que si no hay una despedida como tal, los ciclos no se cierran, y créeme cuando te digo que en este momento de mi vida, tú ya no eres mi cielo, mi vista ya no mira al norte, mi vista ahora se fijó en el espejo.

Y no es la vista, es que es el cielo y es la luz, porque tú eras todo oscuridad y silencio, en blanco y negro todo nos transcurría mejor, pero así son los finales inesperados y de pronto todo es claridad, de repente y de la nada, ahora tengo mañanas de sol.

Así nos llega el tiempo del adiós, crudo como cierto, libre pero infierno.

Te mentiría si te dijera que olvidaré las terceras noches de luna, que los cantos del tiempo no seguirán sacando mi sonrisa, que esa esfera de vida que compartimos no me regalaba esa tranquilidad y seguridad que todas las mujeres necesitan.

Pero se acabó, la paciencia también tiene fondo y yo ya toqué el mío.

Decidí no continuar con una vida medio llena o medio vacía, no soy de las que busca gajos de la media naranja, soy mujer y como mujer quiero para mí una vida completa.

Esta luna ya no mengua, ya se robó la luz del sol, esta tierra no se moja más de llanto y sí de ganas. No hay espacios para los mañanas, guardé en un baúl las oportunidades y los recuerdos de aquellos días con noches.

En síntesis, y como dice el dicho, “a los tibios los vomita Dios”.

Por eso te doy las gracias y suelto tu mano, llegó el momento de separarnos pues he encontrado otro camino, que aunque parezca de tierra y a veces sin sol, desde este lado de mi vista se ve mucho mejor.

Tenga usted  nuestras canciones, nuestras caricias y nuestros recuerdos, que sirvan de abrigo para los tiempos de frío, sean muros para cuando regresen las ganas de volver. Que no quede nada en esta casa que nunca fue, que todo sea historia y se quede usted siempre en estas letras. Aquí está escrito nuestro punto final.

¿Y qué?

Texto escrito a cuatro manos entre @daniimadchen y @LaCkatrina

Fuimos la consecuencia de las casualidades, en un momento inesperado, en una situación irrelevante para cualquiera de los dos. Nos miramos y nos pertenecimos unas eternidades que llaman horas o minutos. Fuimos un par de extraños en uno de esos momentos, no sé si bueno o malo, sólo fue un momento, pero te quedaste prendado en mi alma, en mis ojos y en mis sueños.

Me besaste el cuerpo, me besaste la mirada, me besaste el alma y me dijiste adiós. Pero yo, me quedé contigo, conmigo, con nosotros y con preguntas y certezas pero sobre todo, yo me quedé con el valor de querer sernos.

¿Y qué si te quiero y no lo entiendes? ¿Y qué si solo me ves pero no me lees?

¿Y qué si dejamos pasar el tiempo? ¿Y qué si no cerramos las heridas?

¿Y qué si tengo celos de ella, a la que deseas? ¿Y qué si soy una egoísta vil y te quiero sólo para mí?

¿Y qué si se sienten las horas muertas? ¿Y qué si te pienso hasta en mi café?

¿Y qué si en mis sueños te encuentro despierto y en mi vida te encuentro dormido? ¿Y qué si lo que más deseo nunca saldrá de esos sueños?

¿Y qué si en mis sueños te beso? ¿Y qué si en mis sueños nos pertenecemos arrancándonos la piel?

¿Y qué si sé que jamás podré probar esos labios entreabiertos que me incitan y me inspiran? ¿Y qué si con tan sólo contemplarlos mi vida culmina?

¿Y qué si fui yo la que tuvo el valor de quedarse? ¿Y qué si fui yo la que no dijo adiós?

¿Y qué si a diario te dedico más tiempo del que mereces? ¿Y qué si no me das el tiempo que merezco?

¿Y qué si soy más de lo que puedes manejar? ¿y qué si ya no me tendrás porque no te alcanza el alma ni el corazón?

Todas estas preguntas son pequeños retazos de lo que pasa aquí dentro de mi pecho, al final de cuentas en este cuerpo ya no cabe el arrepentimiento.

Porque al fin y al cabo, después de mantenernos tan cerca pero a la vez tan lejos, no soy nadie para pedirte algo, porque después de todo me gustas tal y como dueles, me gusta cómo te sientes siendo dolor en mi.

No sucedimos, no nos vivimos en realidad, pero ¿y qué?

Estamos dentro de mi mente y en mi corazón, es un lugar en el que tú y yo no tenemos dominio, total, ahí dentro es el único lugar donde se encuentra el valor que no tuvimos tú y yo.

Extraños

Texto a cuatro manos por @aiikolors y @Lex_J_Dean

–  ¡Hola! ¿Te sorprendo? No sé si deba hablarte o callar, pero es tanto el tiempo que ha pasado que no puedo creer aún lo mucho que has cambiado. Se ve hermoso tu cabello así, un poco largo. Lo suficiente como para columpiarse en él mientras arrullan tus sueños. Conservas la misma sonrisa, en la que recostaba mi cabeza. Sobre la que solía soñar despierta. ¿Te encuentras bien?

– Me he encontrado ahora que te veo, y no sé si cuenta pues tengo los ojos cerrados. Seguramente sea por querer pensar que te sueño, pues te he visto, pero hoy te estoy viviendo. Tú, acá a mi lado, del lado correcto. Hace tanto que no te veía de cerca, hace tanto tiempo que el mismo nos espera; yo también esperaba. No sabía qué, pero esperaba. Qué linda sonrisa. No te sonrojes, no ahora. Bueno… sonríe. Me encanta.

– Te sonrío y me sonrojo. Y ya ves que los sueños no suelen hacerlo. Puedes abrir los ojos. Aquí estoy, tan real como tú. Como ahora. Como siempre. Te he pensado en este tiempo. Te he visto. Te he soñado. Te guardo en las melodías del tren. Y no dejo de sonreír al escuchar nuestra canción, esa en la que la pasión nos aguardaba. No puedo dejar de sonreír ahora. ¡Qué verguenza! Mi cara debe estar tan roja como el botón de tu camisa.

– ¿Recuerdas la camisa, del otro lado del botón? Pero bueno, no importa, por ahora no. Y es que me encanta verte sonreír, tan poco maquillaje e innecesario, pues tu sonrisa abarca la mayor parte de tu rostro. Y qué rostro el tuyo. ¿Me prestas tu mano? Es para buscar mi futuro, para que me lo devuelvas. Lo quiero ahora, conmigo. Nosotros. Los dos. No lo que fuimos sino lo que somos. Tan reales y ausentes, pero más reales. Aún sigues sonriendo y yo que no quiero dejar de verte sonreír.

– Te sonrío. Te sonrío y no puedo detenerme. Y los pómulos me duelen y no me importa. Extrañaba hablarle a tu mirada con la mía. Y decirnos lo que nadie jamás entendería. Te daría mi mano si prometieras llevarla contigo. Perdona si se disipa un poco mi sonrisa. Pero entiendo que llevas entre tus dedos el futuro de alguien más.

– No quiero darte la razón. Aun, prefiriendo esta locura, necesito bajar de este cielo. Ella es una buena mujer. A pesar de todo esto, he cometido el error de no olvidar; mi error fue olvidar sin buscarte. Ahora ha pasado el tiempo, el necesario como para comprometerme con otro corazón. Pero, no sé. Siempre has estado. En silencio. Pero… quiero. Sí, contigo. No dejes de sonreír, no ahora. Eso me hace seguir aquí. ¿Pero por qué ahora? ¿por qué esperaste hasta ahora? o ¿acaso yo me doy cuenta hasta hoy?

– Ahora se me hace difícil mirarte a los ojos, así como es difícil entregarle mi alma al tiempo. Te quiero. Siempre te quise. Pero no tuve la suficiente valentía de decírselo a mi espejo en las mañanas o a mi cama por las noches. Tú lo sabías. Lo sentías como yo. Lo veías en mi sonrisa. Lo palpabas en mi mirada. Y así, nos hemos esperado tras el calendario. Muchas “ellas”, algunos “él” y al final: tú y yo. ¿Te das cuenta que estamos hechos de espera? No sé qué hacer con tanta. Pero no dejes que se esconda mi sonrisa.

– Escapémonos, de nosotros mismos. Huyamos de la gente, de la multitud de culpas. No tengo las soluciones pero las podemos buscar juntos. Yo no te dejo si tú no me dejas. Y si piensas en dejarme, me dejas contigo. Otra vez. Y otra vez. Es que quiero estar. Ser y estar. Tan sólo para ti. No llores, toma mi mano, tengo miedo del camino pero no estaremos solos. Caminemos, hasta que nos encuentre un nuevo amanecer. Una última promesa: ya no más promesas por hoy. Te quiero, cuerdo. Te amo, loco. Quédate loca conmigo.

– ¿Y ella?

– Se lo diré si tú… si tú no me dejas ir esta vez.

– No quiero que te vayas. No quiero dejarte ir. No quiero verte caminar con el futuro a tu cuesta y yo aquí: detrás. Quiero caminar contigo, a tu lado. No quiero perderme tus sonrisas. Y quiero ser quien detenga tus llantos. Ser abrazo. Ser caricia. Ser beso y carcajada. Ser amor.

– No llores. No llores si no te vas a secar con mi camisa. Si no me vas a abrazar fuerte para que yo pueda decirte que todo va a estar bien. Que podremos. Que los miedos se vencen con amor y que para amar hay que probar sin miedo. Te quiero. Y por mucho te sigo amando.

– Te quiero. Te quiero y no quiero detenerme. No más. Quiero ser. Contigo. Ser uno. Ser viento. Y pintarnos de colores y volar. Y crear melodías al andar. Te quiero y en mi abrazo te lo digo. No me dejes. No me sueltes. Que mis brazos te sostienen y no te dejarán caerte.

– Esta vez, sólo los dos. Vamos, límpiate, hay que seguir…

Te espero

Texto a cuatro manos por @aiikolors y @jenem23

Equalizo mi mente y escucho tu nombre. Cierro los ojos y me escucho en tu voz. Y la voz del silencio hace eco. Y no hago más que mirar al vacío. Y pensar en nada. Y pensar en todo. Así. Como si el tiempo no existiera.

Las luces te guian y encienden tus huesos y yo intento arreglarte. Pero no quieres. Entonces te miro caminar, rompiéndote y armándote. Y no hago más que darte una sonrisa y hablar con el vacío. Simulando que no miro.

Pero si no me dejas arreglarte nunca sabrás si lo hago bien.

Sólo hace falta valor.

Tiempo

Que se rompe como porcelana.

Y aunque se intente arreglar, las grietas permanecen, como una solitaria chispa que reclama todo el bosque. Y como la brisa que vuela y no sabe a dónde.

Siento mis rodillas cerrar el daño.

Y aunque caigo, me levanto y las limpio. Las coso. Las arreglo un poco para que no se note mi torpeza. Pero de nada vale. Porque al igual que el tiempo, todo lo que amo está hecho de porcelana. Listo para romperse.

Mas si es un dolor necesario, aquí te espero. Rota. Porque aunque notes que estoy hecha de pedazos, es una quien te ama. Quien te anhela. Quien mira a su puerta impaciente por verte entrar.